En septiembre de 2020, en plena pandemia y bajo estrictas restricciones, José Luis Ábalos, entonces ministro de Transporte, protagonizó un episodio que ha pasado a la historia reciente como el «Resacón en Teruel».
Según los testimonios de empleados del Parador Nacional de Teruel, Ábalos organizó una fiesta en la suite principal del establecimiento, a la que llegó acompañado de una furgoneta repleta de señoritas, supuestamente escorts, junto con Koldo García y otros miembros de su comitiva.
El desenlace fue devastador: habitaciones destrozadas y trabajadores asombrados por lo que habían presenciado.
La polémica no termina aquí. En aquel momento, Óscar López, actual ministro para la Transformación Digital, ocupaba el cargo de presidente de Paradores.
Las acusaciones señalan que López habría ocultado este escándalo, lo cual abre interrogantes sobre su papel en la gestión del incidente y su lealtad al interés público.
¿Qué se sabía y qué se ocultó?
A pesar de las declaraciones actuales de López asegurando que no tuvo conocimiento de los hechos, los testimonios recabados por varios medios indican que el personal del Parador sabía perfectamente lo ocurrido. «Las camareras bajaban diciendo que era mejor no preguntar cómo habían dejado la suite», afirmó un empleado. Otros trabajadores añadieron que la dirección del parador consultó con responsables políticos regionales sobre cómo proceder.
López ha defendido su actuación afirmando que preguntó varias veces al equipo si algo había sucedido y recibió respuestas negativas. Sin embargo, sus detractores aseguran que esta postura contradice lo que era «vox populi» entre los trabajadores. El caso pone en entredicho no solo la transparencia del entonces presidente de Paradores, sino también el manejo ético dentro del organismo público.
Reacciones políticas y mediáticas
El escándalo ha generado una tormenta política y mediática. Mientras López califica a ciertos medios como «pseudoperiodismo», las críticas hacia él se han intensificado. Desde la oposición han aprovechado para señalar lo que consideran un patrón de encubrimientos dentro del PSOE. Incluso figuras mediáticas han atacado directamente a López, como Eduardo Inda, quien le ha acusado públicamente de ser un «encubridor».
Por su parte, el PSOE intenta minimizar el impacto alegando que actuó con rapidez cuando tuvo noticia del comportamiento inadecuado de Ábalos. No obstante, la permanencia de este último como militante socialista complica esa narrativa.
Las repercusiones para Óscar López
El caso podría tener consecuencias más allá del ámbito político. Aunque López insiste en desmarcarse del incidente, su vinculación al cargo durante los hechos y las contradicciones entre testimonios complican su defensa. Además, este episodio se suma a una trayectoria política marcada por altibajos y polémicas.
Óscar López es conocido por haber sido parte del núcleo duro de Pedro Sánchez, quien le confió primero la dirección de Paradores y luego lo nombró jefe de Gabinete antes de asignarle su cartera actual. Este vínculo estrecho con Sánchez ha alimentado críticas sobre posibles favoritismos dentro del Gobierno.
El caso del Parador de Teruel deja muchas preguntas abiertas sobre la ética política y la gestión pública en momentos críticos como una pandemia global. Aunque López siga defendiendo su inocencia, los detalles revelados hasta ahora pintan un panorama complejo que seguirá dando qué hablar en los próximos días.