Juan Carlos Girauta titula su columna en El Debate sin circunloquios: Veinte preguntas a la ministra Pilar Alegría, con todos mis respetos.
En el artículo, publicada el 17 de abril de 2025, el periodista, escritor y eurodiputado expone con su habitual estilo directo una batería de cuestiones dirigidas a la ministra de Educación y portavoz del Gobierno en torno a la orgía protagonizada por Ábalos y su cuadrilla en el Parador de Teruel.
La tesis central de la nota es clara: la opacidad y las evasivas de la ministra ante las crecientes preguntas públicas y políticas sobre su conocimiento o implicación en un escándalo ocurrido en septiembre de 2020.
Girauta plantea sus dudas en forma de interrogatorio periodístico, no como acusación, sino como exigencia de transparencia.
A lo largo del texto, el ahora eurodiputado de VOX desgrana el contexto y las razones que le llevan a interpelar así a Pilar Alegría.
Subraya la importancia del ejercicio crítico ante los responsables públicos y pone el foco en la responsabilidad política y moral de quienes ocupan cargos relevantes.
Pilar Alegría nos ha confundido con su marido. Estas explicaciones de desayunos y no sé qué, son las que uno da a su pareja.
Queremos saber si vio a las putas
Si participó en la fiesta sexual?
Cuál fue su papel?
Quien pagó los destrozos…No nos cuentes tu vida @Pilar_Alegria pic.twitter.com/GD0cI8Wnyd
— Bertrand Ndongo (@bertrandmyd) April 14, 2025
Un cuestionario incómodo y necesario
El autor no se limita a especular: presenta veinte preguntas concretas, algunas simples, otras incisivas, todas encaminadas a esclarecer lo sucedido y exigir explicaciones públicas.
De hecho, la estructura misma del artículo es una invitación al debate público sobre el deber de rendición de cuentas.
En palabras textuales del propio Girauta:
«¿Cabe colegir del hecho de no solicitar la presencia policial que nadie estaba vulnerando las normas de excepción que todos los españoles estábamos acatando?»
Esta pregunta abre la serie, apuntando directamente al contexto pandémico y las restricciones vigentes en el momento de los hechos.
El autor busca saber si se consideró innecesario pedir presencia policial porque no había nada irregular o si, por el contrario, hubo una omisión interesada.
Otra cuestión reproduce literalmente el desconcierto ante las informaciones contradictorias:
«¿Puede decirnos usted dónde durmió esa noche? ¿Y si lo hizo sola?»
La referencia es directa a uno de los puntos más polémicos: la negativa reiterada de Pilar Alegría a aclarar su paradero exacto durante esa jornada clave. El tono incisivo subraya el carácter público del cargo y la exigencia ciudadana legítima de transparencia.
Girauta insiste también en la necesidad de conocer si existió alguna comunicación relevante entre los asistentes al evento:
«¿Mantuvo usted alguna conversación, presencial o telefónica, con el ministro Ábalos o sus acompañantes antes o después del episodio?»
En esta pregunta se recogen tanto los detalles logísticos como las posibles responsabilidades compartidas o conocimientos previos sobre lo ocurrido.
«¿Es usted consciente de que denunciar un festejo ilegal no era algo preceptivo, sino una obligación, redoblada por el cargo que ostentaba?»
El eurodiputado formula además interrogantes sobre eventuales presiones institucionales:
«¿Recibió usted instrucciones acerca de cómo debía proceder si algún medio le preguntaba por estos hechos? ¿Por parte de quién?»
Aquí se explora el terreno pantanoso de las presiones políticas y mediáticas dentro del Gobierno y entre sus altos cargos.
«¿Ha intentado usted averiguar en alguna ocasión, desde el 15 de septiembre de 2020, si los responsables del Parador faltaron a su obligación de comunicarle a la delegada del Gobierno, estando presente en el establecimiento, infracciones a la estricta normativa de pandemia?»
Finalmente, Girauta cierra su cuestionario con una reflexión sobre la ética pública:
«¿Considera usted que ha sido suficientemente transparente en sus explicaciones ante los ciudadanos?»
Esta última pregunta resume el espíritu crítico del artículo: más allá del detalle puntual o la anécdota concreta, lo que está en juego es la confianza entre gobernantes y gobernados.
Contexto político: un escándalo que trasciende lo personal
El artículo aparece en medio de un clima mediático tenso alrededor de Pilar Alegría.
Tras publicarse diversos reportajes e informaciones sobre una supuesta fiesta nocturna organizada por José Luis Ábalos —entonces ministro y Nº 2 del PSOE— en el Parador turolense con presencia de prostitutas y destrozos materiales incluidos, distintos medios han solicitado reiteradamente explicaciones a la ministra sobre su paradero exacto esa noche y su eventual conocimiento previo o posterior de los hechos.
La respuesta pública de Alegría ha sido tajante pero evasiva:
«Solo faltaría que yo tenga que explicar dónde paso la noche o la dejo de pasar. Faltaría más.»
Esta afirmación ha levantado ampollas políticas e informativas, ya que desde diversos sectores se considera insuficiente para despejar las dudas razonables sobre un asunto que afecta directamente al prestigio institucional.
Mientras tanto, desde el Partido Popular se han elevado preguntas formales en sede parlamentaria para exigir mayor claridad. El caso ha vuelto a poner sobre la mesa la cuestión recurrente sobre el nivel real de transparencia en el ejercicio público y el derecho ciudadano a saber cómo actúan sus representantes.
La figura de Juan Carlos Girauta: entre la denuncia y el periodismo combativo
No es casualidad que sea precisamente Girauta quien encabece esta ofensiva crítica.
Su trayectoria política e intelectual —del socialismo catalán al liberalismo combativo, pasando por Ciudadanos y ahora como eurodiputado independiente vinculado a VOX— le confiere una autoridad especial para formular preguntas incómodas tanto desde dentro como fuera del sistema.
Conocido por su estilo directo y sin concesiones, Girauta aprovecha su columna semanal para ejercer un periodismo crítico alejado tanto del partidismo ciego como del seguidismo mediático.
Su estrategia argumental es simple pero efectiva: cuestionar desde dentro las incoherencias narrativas del poder y forzar un debate público más allá del ruido superficial.
El trasfondo: ética pública frente a descrédito institucional
Más allá del caso concreto del Parador o las respuestas puntuales —o ausentes— de Pilar Alegría, lo que late tras las “veinte preguntas” es una preocupación mayor: ¿cuánto margen tiene aún el ciudadano común para exigir cuentas a sus representantes?
¿Es aceptable una política donde ciertos temas quedan fuera del escrutinio público bajo pretexto de privacidad o conveniencia?
Girauta lo resume bien al cerrar su interrogatorio:
«¿Considera usted que ha sido suficientemente transparente en sus explicaciones ante los ciudadanos?»
No se trata solo —ni principalmente— de cazar culpables ni alimentar bulos; se trata más bien del modelo mismo de democracia y confianza institucional al que aspiramos como sociedad. La columna funciona así como espejo crítico para unos tiempos marcados por la desconfianza generalizada hacia el poder político.
Las preguntas como herramienta democrática
El texto reproduce fielmente varias preguntas literales formuladas por Girauta —de hecho, muchas son ya célebres en redes sociales— pero también sirve como ejemplo práctico del valor democrático del cuestionamiento público.
Frente al silencio o la opacidad institucionalizada, solo cabe insistir con nuevas preguntas hasta obtener respuestas satisfactorias.
En definitiva:
- El artículo interpela directamente a Pilar Alegría sin insultos ni descalificaciones personales.
- Exige claridad sobre hechos concretos ocurridos durante un viaje oficial.
- Reivindica la importancia social y política del periodismo incómodo.
- Alienta a otros periodistas y ciudadanos a no conformarse con explicaciones vagas.
- Sitúa la transparencia política como eje central del debate democrático actual.