La Isla de Pascua, conocida en su idioma nativo como Rapa Nui, emerge como un enclave fascinante y enigmático en medio del vasto Océano Pacífico, un destino que todavía anhelo conocer.
Este pequeño territorio chileno se encuentra a más de 3.700 kilómetros de la costa continental y es famoso por sus impresionantes moáis: esas gigantescas estatuas de piedra que vigilan en silencio la isla son unos impresionantes monumentos únicos en la historia de la humanidad.
Tallados por los antiguos habitantes de Rapa Nui entre los años 1250 y 1500, estos colosos de roca no solo son impresionantes por su tamaño y número, sino también por la complejidad de su fabricación y su profundo significado cultural.

El autor al lado de un «Moai». Museo del Louvre, París
Cada moái está esculpido en toba volcánica, una piedra porosa y relativamente fácil de trabajar que se encuentra en la isla. Los escultores rapanui, utilizando herramientas de piedra y técnicas de picado y pulido, transformaron bloques de piedra en figuras humanas de hasta 10 metros de altura y decenas de toneladas de peso. Estas estatuas fueron erigidas sobre plataformas ceremoniales llamadas «ahu», que se alinean estratégicamente alrededor de la costa de la isla.
El propósito exacto de los moáis ha sido objeto de debate entre los investigadores. Aunque se cree generalmente que representan a ancestros de familias importantes o líderes tribales, su función específica aún no se comprende completamente. Sin embargo, lo que es innegable es el impacto visual y emocional que tienen estos monumentos. Sus rostros esculpidos, con ojos hechos de coral y piedras blancas, miran hacia el interior de la isla, quizás vigilando a las comunidades que dejaron atrás hace siglos.
El proceso de tallado y transporte de los moáis es un testimonio asombroso de la habilidad técnica y organizativa de los rapanui. La construcción y erección de estas estatuas, que requirió el esfuerzo coordinado de toda una comunidad, es un reflejo de la complejidad social y religiosa de la sociedad rapanui en su apogeo.
Hoy en día, los moáis siguen siendo un símbolo poderoso de la identidad cultural de Rapa Nui y atraen a visitantes de todo el mundo. Protegidos por el Parque Nacional Rapa Nui, estos monumentos enfrentan desafíos de conservación debido al turismo y a las condiciones climáticas adversas. Sin embargo, su misterio y su majestuosidad continúan inspirando admiración y respeto, recordándonos la capacidad humana para crear y preservar legados que perduran a través de los siglos.
Moais por el mundo
En Europa hay siete Moais que pueden ser visitados. Londres, París, Bruselas, Oslo, Dublín, Praga, y en Olot, La Garrotxa (Gerona-España)
En el famoso Museo de Louvre, en París, hay solo un Moai. Se encuentra en el quinto pino, pero vale la pena llegar hasta él. Ya que no puedo viajar aún a la Isla de Pascua, al menos me hago una foto -por ahora- con un fragmento. Pero prometo ir.
¿Y cómo llegó este ‘Moai’ al Louvre?
Cuentan que en 1872, el buque escuela francés La Flore, bajo el mando del almirante Lappelin, arribó a la Isla de Pascua. A bordo se encontraba el cadete Julian Viaud, más conocido como Pierre Loti. Durante su estancia, la tripulación derribó los moáis del Ahu Vaihu, llegando incluso a destruir uno de ellos para extraer solo la cabeza con una sierra.
Esta cabeza fue expuesta inicialmente en el Museo del Hombre de París y posteriormente trasladada al Museo del Louvre, donde aún se conserva hoy en día.