DOCE AÑOS DE PONTIFICADO Y UNA VISITA ESPERADA

Por qué el Papa Francisco nunca viajó a España: claves de una ‘bofetada’ histórica

Y el argentino justificaba esto con frases del tipo: "si primero se ponen de acuerdo ustedes" y "cuando haya paz"

Papa Francisco
Papa Francisco. PD

En los doce años que Francisco ha liderado la Iglesia Católica, visitó 66 países y realizó 47 viajes apostólicos fuera de Italia y el Vaticano.

Sin embargo, España nunca estuvo entre sus destinos oficiales como Papa.

Y el argentino justificaba esto con frases del tipo: «si primero se ponen de acuerdo ustedes» y «cuando haya paz».

Esa clamorosa ausencia que no pasó inadvertida para fieles, instituciones y observadores de la vida religiosa y política en el país. La pregunta sobre los motivos de esta inédita decisión ha generado debates y ha estado presente en numerosas entrevistas y comparecencias del propio Pontífice.

Desde el inicio de su pontificado en 2013, tanto los sucesivos gobiernos españoles como la Conferencia Episcopal y la Casa Real cursaron invitaciones oficiales al Papa. El Rey Don Felipe y la Reina Doña Letizia, que conocieron a Francisco en la misa de inicio de su pontificado, le manifestaron personalmente su deseo de recibirle en España, algo que nunca llegó a concretarse. También la Reina Doña Sofía mantuvo contacto cercano con el Pontífice en diversos encuentros en Roma.

Las expectativas crecieron especialmente ante eventos relevantes para la Iglesia española, como el Año Santo Compostelano o los aniversarios vinculados a figuras como San Ignacio de Loyola, fundador de la Orden a la que pertenecía el propio pontíficie: la Compañia de Jesús. No obstante, ninguna de estas ocasiones fue suficiente para que el Bergoglio incluyera a España en su agenda internacional.

Uno de los argumentos más consistentes que explicó el propio Francisco giró en torno a su visión universalista del papado. En palabras recogidas en el libro Soñemos juntos. El camino a un futuro mejor, dejó claro que priorizaba las visitas a “lugares que necesitaban mayor atención mediática e internacional” y que veía necesario “ir a la periferia si se quiere ver el mundo tal cual es”. Así, eligió destinos como Myanmar, Bangladesh o países con minoría católica significativa (Egipto, Emiratos Árabes), donde su presencia podía tener un mayor impacto simbólico y social.

El Papa señaló abiertamente que prefería visitar naciones donde su mensaje pudiera servir de apoyo a comunidades vulnerables o marginadas. Este enfoque coherente con su perfil reformador y social marcó su agenda internacional durante todo el pontificado.

Declaraciones directas y polémicas sobre España

A lo largo de estos años, Francisco fue preguntado en varias ocasiones sobre la posibilidad de viajar a España. En 2019 reconoció: «Me gustaría ir a España cuando haya paz», una frase interpretada por muchos como referencia tanto a tensiones políticas internas (como el golpe de Estado del nacionalismo catalán) como a la necesidad de reconciliación social. En otras declaraciones insistió en la importancia de que España “se reconcilie con su propia historia” antes de plantear una visita oficial.

En entrevistas concedidas a medios internacionales y españoles, nunca cerró por completo la puerta al viaje pero tampoco mostró señales claras de querer priorizarlo frente a otros compromisos pastorales.

Resulta llamativo que Jorge Mario Bergoglio, antes de ser Papa, sí visitó España como sacerdote jesuita en los años 70, concretamente en Alcalá. Sin embargo, ya elegido Pontífice, optó por mantener una distancia simbólica respecto a nuestro país.

Este contraste se acentúa si se compara con sus predecesores. Juan Pablo II viajó a España cinco veces: en 1982, 1984, 1989, 1993 y 2003. No le importó a San Juan Pablo II que en España no hubiera paz en los años ’80. Sólo en 1982, los etarras acabaron con la vida de 25 personas.

En cuanto a Benedicto XVI, visitó España tres veces: en 2006, 2010 y 2011. Son dos viajes menos que su antecesor, Juan Pablo II. Sin embargo, la clave de esos viajes está en la especial trascendencia de los mismos. Así, el de 2006 fue para presidir el V Encuentro Mundial de las Familias. En 2010, Benedicto XVI volvió a España para consagrar como basílica la catedral de la Sagrada Familia de Barcelona. En 2011, el papa alemán visitó España para presidir la XXVI Jornada Mundial de la Juventud.

Interpretaciones sociales y eclesiales

La ausencia del Papa Francisco ha generado todo tipo de interpretaciones entre analistas políticos, religiosos y fieles españoles:

  • Algunos sectores han visto en esta decisión un gesto crítico hacia ciertas posturas internas dentro del catolicismo español o una llamada indirecta a la autocrítica eclesial.
  • Otros subrayan simplemente las prioridades globales del Pontífice, centradas en los márgenes geográficos y sociales del catolicismo.
  • Hay quienes consideran relevante el contexto sociopolítico español —marcado por debates identitarios, tensiones territoriales y un proceso creciente de secularización— como factor disuasorio para una visita papal.

Sea cual sea la interpretación dominante, lo cierto es que este hecho singular ha dejado huella tanto en la Iglesia española como en la opinión pública.

Un legado sin visita pero con mensaje

Tras fallecer sin haber visitado oficialmente España, el legado del Papa Francisco queda marcado por una opción clara por las periferias del mundo católico. Su mensaje universalista, sus llamadas a la reconciliación histórica y social y sus palabras sobre la necesidad de “paz” antes de plantear un viaje siguen siendo objeto de análisis.

La ausencia física del Pontífice argentino no ha impedido que su figura influyera profundamente en los debates eclesiales y sociales españoles durante más de una década. Y es posible que esa ausencia haya sido también, para muchos creyentes e instituciones, una invitación simbólica a mirar hacia dentro antes de esperar gestos externos.

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