UN ANIMAL PREHISTÓRICO QUE RESURGE EN KAZAJISTÁN

El insólito regreso del antílope saiga: de la Edad de Hielo al milagro ecológico en la estepa

El antílope saiga, símbolo de la estepa euroasiática, ha pasado de estar al borde de la extinción a protagonizar uno de los mayores éxitos en conservación animal

Antílope saiga
Antílope saiga. PD

¿Quién no se ha topado alguna vez con una imagen del antílope saiga y ha pensado que se trata de una criatura salida directamente de una película de ciencia ficción?

Su nariz desproporcionada y blanda, que parece diseñada por un escultor surrealista, lo convierte en uno de los animales más peculiares del planeta.

Sin embargo, este “fósil viviente” no solo es real: hasta hace poco, estaba a punto de desaparecer para siempre.

Hoy, el saiga ha dado la campanada y se ha convertido en ejemplo mundial de recuperación animal, algo que ni el guionista más optimista habría imaginado.

Durante años, su historia fue digna de un drama épico: superviviente de la Edad de Hielo, el saiga resistió a mamuts y tigres dientes de sable, pero casi sucumbe ante cazadores furtivos y enfermedades modernas.

Ahora, este peculiar antílope no solo ha esquivado la extinción sino que se pasea por las estepas euroasiáticas con renovada vitalidad, gracias a un esfuerzo internacional que combina ciencia, compromiso local y una pizca de buena suerte.

Un animal único con pasado prehistórico

El antílope saiga (Saiga tatarica) es una especie emblemática del ecosistema estepario euroasiático. Originario de regiones que hoy abarcan principalmente Kazajistán, Mongolia y parte del sur de Rusia, su aspecto desconcierta: posee una gran trompa móvil que filtra el polvo en verano y calienta el aire en invierno. Este rasgo, lejos de ser un simple capricho evolutivo, es clave para sobrevivir a las extremas condiciones climáticas de su hábitat.

A pesar de haber compartido paisaje con criaturas como los mamuts lanudos durante la última glaciación, su supervivencia en tiempos modernos se complicó gravemente. La caza furtiva —especialmente por sus cuernos, muy cotizados en la medicina tradicional— y las epidemias masivas redujeron su población a mínimos históricos.

Una recuperación digna del Guinness

La situación crítica del saiga alcanzó su punto más bajo en 2003, cuando la población total cayó por debajo de los 30.000 ejemplares. La alarma internacional fue inmediata: el saiga pasó a estar catalogado como en peligro crítico por organizaciones conservacionistas. Pero aquí comienza el milagro ecológico.

Gracias a iniciativas como la Altyn Dala Conservation Initiative, liderada por organismos gubernamentales y ONG internacionales junto a comunidades locales kazajas, el saiga ha experimentado una recuperación sin precedentes. En apenas dos décadas, sus números han saltado de unas decenas de miles a cerca de 4 millones en 2024 —un récord absoluto para un mamífero terrestre en peligro.

Este éxito se cimentó en medidas integrales:

  • Patrullas antipoaching: Se incrementó la vigilancia contra cazadores furtivos.
  • Restauración del hábitat: Se protegieron y restauraron vastas zonas esteparias.
  • Colaboración comunitaria: Se implicó a las comunidades locales en programas educativos y alternativas económicas.
  • Monitoreo científico: Se emplearon técnicas avanzadas para rastrear manadas y responder rápidamente ante brotes epidémicos.

El resultado ha sido reconocido con premios internacionales tan prestigiosos como el Earthshot Prize 2024 al mejor proyecto global para restaurar la naturaleza.

¿Siguen estando en peligro?

Aunque los datos actuales permiten respirar con cierto alivio —y hasta celebrar—, los expertos advierten que el saiga sigue siendo vulnerable. Su población continúa expuesta a amenazas como nuevas epidemias (en 2015 murieron más de 200.000 ejemplares por una bacteria), el cambio climático o posibles repuntes del furtivismo si se relajan las medidas actuales.

Por tanto:

  • El saiga ha salido del “peligro crítico”, pero sigue bajo estricta vigilancia.
  • Las autoridades mantienen protocolos para evitar nuevas catástrofes poblacionales.
  • Especies dependientes del mismo ecosistema también se benefician indirectamente de su protección.

¿Representan algún peligro para las personas?

Pese a su aspecto llamativo —y alguna que otra leyenda local sobre seres mágicos— el antílope saiga es totalmente inofensivo para los humanos. Son animales herbívoros, esquivos y poco agresivos; su mayor defensa es correr velozmente (pueden alcanzar hasta 80 km/h) cuando detectan peligro.

No existen registros documentados ni evidencia científica que indiquen riesgo alguno asociado a la presencia del saiga para agricultores o poblaciones rurales. Al contrario, su reaparición es vista como un signo positivo para la biodiversidad local.

Curiosidades insólitas sobre el antílope saiga

Para quienes aún no hayan caído rendidos ante los encantos del saiga, aquí van algunas anécdotas irresistibles:

  • Su peculiar nariz funciona como un aire acondicionado natural: enfría el aire en verano y lo calienta en invierno.
  • Forman migraciones masivas que pueden abarcar cientos de kilómetros entre estaciones.
  • Sus crías son capaces de caminar apenas unas horas después de nacer; un mecanismo vital para huir rápidamente ante depredadores.
  • El diseño evolutivo de su hocico ha inspirado incluso estudios sobre bioingeniería aplicada al filtrado de partículas contaminantes.
  • En algunas culturas nómadas centroasiáticas, soñar con un saiga es presagio de buena fortuna.

La historia reciente del antílope saiga demuestra que aún es posible revertir situaciones límite cuando ciencia y sociedad reman juntas. Si algo enseña este “alienígena” estepario es que hasta los supervivientes más improbables pueden tener una segunda oportunidad… Y menuda segunda oportunidad.

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Autor

Fernando Veloz

Economista, comunicador, experto en televisión y creador de formatos y contenidos.

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